Le conocí hace muchos años, quince como mínimo, y allí continua; protegido de la luz y a salvo de casi cualquier peligro. Observando este ejemplar de Dendrophyllia ramea reflexionas ante la relatividad del tiempo y como cada ser, cada especie se rige por su propio ritmo.
Este ejemplar apenas ha doblado su tamaño por lo que, si todo va bien, pasará mucho tiempo hasta que alcance un porte considerable.
Continuamos sin entender que los ritmos biológicos son únicos para cada especie, tratar de imponer los nuestros a la fuerza sólo nos llevará al colapso.
Costa de Mala, Lanzarote
